domingo, 16 de septiembre de 2012

diario


12/09/12
Vaya día

Hay dos días en cada semana que no deben preocuparnos, dos días que no deben causarnos ni tormento ni miedo.

Uno es el ayer, con sus errores e inquietudes, con sus flaquezas y desvíos, con sus penas y tribulaciones; el ayer se marchó para siempre y está fuera de nuestro alcance.

Ni siquiera el poder de todo el mundo podría devolvernos el ayer.

No podemos deshacer ninguna de las cosas que ayer hicimos; no podremos borrar ni una sola palabra de las que ayer dijimos.
Ayer se marchó para no volver.

El otro día que no debe preocuparnos es el mañana, con sus posibles adversidades, dificultades y con sus halagadoras promesas o decepciones; el mañana está fuera de nuestro alcance inmediato.

Mañana saldrá el sol, ya para resplandecer en un cielo nítido o para esconderse tras densas nubes, pero saldrá.

Hasta que no salga no podemos disponer del mañana, porque todavía el mañana está por nacer. Solo nos resta un día, hoy.

Cualquier persona puede afrontar las refriegas de un solo día y mantenerse en paz.
No son las cosas de hoy las que nos  vuelven locos. Lo que nos enloquece y nos lanza al abismo, es el remordimiento o la amargura por algo que aconteció ayer y el miedo por lo que sucederá mañana.

Sin embargo hoy, realmente me dio una rabia que permanecer en clase, hacer lo que se te pide y al finalizar, es como si no hubiera asistido a ella,  todo porque supuestamente me la pase, platicando.

El tema fue muy interesante, mientras conversaba, hablaba sobre el tema, pero para la, que nos impartió la clase no lo vio así. Solo que debemos a ver el lado bueno de las cosas, y que  hacer cosas buenas para otros las ven mal.

Solo espero que la señorita que nos impartió la clase en este día se dé cuenta de lo que captaron los alumnos y analice que tan efectivos fueron sus métodos de enseñanza.

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