12/09/12
Vaya día
Hay dos días en cada semana que no deben preocuparnos, dos días que no
deben causarnos ni tormento ni miedo.
Uno es el ayer, con sus errores e inquietudes, con sus flaquezas y
desvíos, con sus penas y tribulaciones; el ayer se marchó para siempre y está
fuera de nuestro alcance.
Ni siquiera el poder de todo el mundo podría devolvernos el ayer.
No podemos deshacer ninguna de las cosas que ayer hicimos; no podremos
borrar ni una sola palabra de las que ayer dijimos.
Ayer se marchó para no volver.
El otro día que no debe preocuparnos es el mañana, con sus posibles
adversidades, dificultades y con sus halagadoras promesas o decepciones; el
mañana está fuera de nuestro alcance inmediato.
Mañana saldrá el sol, ya para resplandecer en un cielo nítido o para
esconderse tras densas nubes, pero saldrá.
Hasta que no salga no podemos disponer del mañana, porque todavía el
mañana está por nacer. Solo nos resta un día, hoy.
Cualquier persona puede afrontar las refriegas de un solo día y
mantenerse en paz.
No son las cosas de hoy las que nos
vuelven locos. Lo que nos enloquece y nos lanza al abismo, es el
remordimiento o la amargura por algo que aconteció ayer y el miedo por lo que
sucederá mañana.
Sin embargo hoy, realmente me dio una rabia que permanecer en clase,
hacer lo que se te pide y al finalizar, es como si no hubiera asistido a
ella, todo porque supuestamente me la
pase, platicando.
El tema fue muy interesante, mientras conversaba, hablaba sobre el tema,
pero para la, que nos impartió la clase no lo vio así. Solo que debemos a ver
el lado bueno de las cosas, y que hacer
cosas buenas para otros las ven mal.
Solo espero que la señorita que nos impartió la clase en este día se dé cuenta de
lo que captaron los alumnos y analice que tan efectivos fueron sus métodos de
enseñanza.
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