domingo, 9 de septiembre de 2012

diario


05/07/12
Durante la clase de comunicación oral y escrita uno de mis compañeros habló del tema de los plaguicidas fue de mi interés y decidí buscar información sobre Plaguicidas en América latina: indicadores de uso, impactos sobre la salud y ambiente.

Revisando  información y bajando documentos en pdf encontré uno de la  Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas, RAP-AL Chile, escrito por María Elena Rozas Flores.

Ella nos habla de la  contaminación de los ecosistemas y los daños a la salud de los trabajadores(as) agrícolas, y de la población en general, causados por plaguicidas, comenzó en América Latina con el proceso de industrialización de la agricultura y la introducción de la llamada “revolución verde” con su paquete tecnológico de agrotóxicos y fertilizantes químicos.

Sin embargo, esta situación se agudizó con el auge del modelo agroexportador y actualmente está llegando a un punto crítico con los tratados de libre comercio suscritos por los países de la región. Con el objetivo de acelerar la liberalización del comercio, mediante desgravaciones arancelarias que permiten la importación con arancel cero, estos tratados facilitan la libre circulación e incentivan un mayor uso de agrotóxicos.

Si bien en el América Latina se usan desde hace más de cincuenta años plaguicidas de diversos grupos químicos y clasificación toxicológica, en la producción de granos, café, banano, caña de azúcar, tabaco, algodón, etc., el aumento sustancial de la importación de plaguicidas se produjo a comienzos de los años 80 cuando empezó el auge exportador de productos como soja,  de los sub sectores agrícolas, principalmente el  frutícola, florícola, hortícola,  y del sector forestal.

Con el pretexto de las exigencias de “calidad” que imponen tanto los países importadores, en cuanto a calibre, ausencia de insectos y/o plagas, picaduras, etc., como los consumidores de esos países que exigen productos de buena apariencia y tamaño ideal, se usa una gran variedad y cantidad de plaguicidas, fertilizantes químicos y otros productos como fitoreguladores, fertilizantes foliares, etc. En la agricultura convencional y en el sector forestal se utilizan más de 400 principios activos plaguicidas con aproximadamente 1.000 marcas comerciales. Además de los plaguicidas clasificados por la OMS  como sumamente peligrosos por su efecto agudo, se emplean numerosos plaguicidas con efectos crónicos. Es el caso de plaguicidas cancerígenos, teratogénicos, tumorígenos, alteradores de los sistemas endocrino, reproductivo, inmunológico y neurológico, entre otros.

Los agrotóxicos se usan en  América Latina en forma masiva e indiscriminada. A pesar de ser venenos, muchos de ellos extremadamente peligrosos, son de fácil acceso y de libre venta y circulación. Entre los usuarios hay poco conocimiento sobre las características tóxicas de estos productos y escasa capacitación para el uso y manejo de éstos. Asimismo, existen problemas en todo el ciclo de vida de los plaguicidas. Es decir, en el registro, en la comercialización y transporte, en el uso y en la disposición final de residuos. Aunque los países disponen de una legislación sobre plaguicidas, existen vacíos importantes, como la ausencia de  normativas nacionales para aplicaciones aéreas y terrestres orientadas a proteger a los expuestos en forma laboral o a los que viven en las cercanías de las áreas fumigadas. También hay serios problemas en la fiscalización.

Como consecuencia de lo anterior, las muertes y las intoxicaciones agudas y crónicas han ido en aumento. Aunque existe en toda la región un importante subregistro de intoxicaciones agudas por plaguicidas, en algunos países se ha establecido sistemas de notificación que arrojan datos preocupantes.

 El programa de vigilancia epidemiológica de los Ministerios de Salud y la Organización Panamericana de la Salud en 7 países de Centroamérica, estima que cada año, 400.000 personas se intoxican por plaguicidas. Mientras que en el Cono Sur, solo en Brasil, se producen aproximadamente 300.000 casos al año, constituyendo un grave problema de salud calificado por la Organización Mundial de la Salud, OMS,  como endémico.

 Además, se estima que en Brasil hay más de un millón y medio de trabajadores agrícolas intoxicados crónicos debido a la exposición a plaguicidas. Esta situación, que es la punta del iceberg de un problema mayor, deja en evidencia que los manejos agronómicos en la región no son los más adecuados en cuanto a la protección del medio ambiente,  la inocuidad de los alimentos y la salud de todas las personas.

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