05/07/12
Durante la clase de comunicación oral y escrita uno de mis compañeros
habló del tema de los plaguicidas fue de mi interés y decidí buscar información
sobre Plaguicidas en América latina: indicadores de uso, impactos sobre la
salud y ambiente.
Revisando información y bajando
documentos en pdf encontré uno de la Red
de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas, RAP-AL Chile, escrito por María
Elena Rozas Flores.
Ella nos habla de la contaminación de los ecosistemas y los daños a
la salud de los trabajadores(as) agrícolas, y de la población en general,
causados por plaguicidas, comenzó en América Latina con el proceso de
industrialización de la agricultura y la introducción de la llamada “revolución
verde” con su paquete tecnológico de agrotóxicos y fertilizantes químicos.
Sin embargo, esta situación se agudizó con el auge del modelo
agroexportador y actualmente está llegando a un punto crítico con los tratados
de libre comercio suscritos por los países de la región. Con el objetivo de
acelerar la liberalización del comercio, mediante desgravaciones arancelarias
que permiten la importación con arancel cero, estos tratados facilitan la libre
circulación e incentivan un mayor uso de agrotóxicos.
Si bien en el América Latina se usan desde hace más de cincuenta años
plaguicidas de diversos grupos químicos y clasificación toxicológica, en la
producción de granos, café, banano, caña de azúcar, tabaco, algodón, etc., el
aumento sustancial de la importación de plaguicidas se produjo a comienzos de
los años 80 cuando empezó el auge exportador de productos como soja, de los sub sectores agrícolas, principalmente
el frutícola, florícola, hortícola, y del sector forestal.
Con el pretexto de las exigencias de “calidad” que imponen tanto los
países importadores, en cuanto a calibre, ausencia de insectos y/o plagas,
picaduras, etc., como los consumidores de esos países que exigen productos de
buena apariencia y tamaño ideal, se usa una gran variedad y cantidad de
plaguicidas, fertilizantes químicos y otros productos como fitoreguladores,
fertilizantes foliares, etc. En la agricultura convencional y en el sector
forestal se utilizan más de 400 principios activos plaguicidas con
aproximadamente 1.000 marcas comerciales. Además de los plaguicidas
clasificados por la OMS como sumamente
peligrosos por su efecto agudo, se emplean numerosos plaguicidas con efectos
crónicos. Es el caso de plaguicidas cancerígenos, teratogénicos, tumorígenos,
alteradores de los sistemas endocrino, reproductivo, inmunológico y
neurológico, entre otros.
Los agrotóxicos se usan en
América Latina en forma masiva e indiscriminada. A pesar de ser venenos,
muchos de ellos extremadamente peligrosos, son de fácil acceso y de libre venta
y circulación. Entre los usuarios hay poco conocimiento sobre las
características tóxicas de estos productos y escasa capacitación para el uso y
manejo de éstos. Asimismo, existen problemas en todo el ciclo de vida de los
plaguicidas. Es decir, en el registro, en la comercialización y transporte, en
el uso y en la disposición final de residuos. Aunque los países disponen de una
legislación sobre plaguicidas, existen vacíos importantes, como la ausencia
de normativas nacionales para
aplicaciones aéreas y terrestres orientadas a proteger a los expuestos en forma
laboral o a los que viven en las cercanías de las áreas fumigadas. También hay
serios problemas en la fiscalización.
Como consecuencia de lo anterior, las muertes y las intoxicaciones
agudas y crónicas han ido en aumento. Aunque existe en toda la región un importante
subregistro de intoxicaciones agudas por plaguicidas, en algunos países se ha
establecido sistemas de notificación que arrojan datos preocupantes.
El programa de vigilancia
epidemiológica de los Ministerios de Salud y la Organización Panamericana de la
Salud en 7 países de Centroamérica, estima que cada año, 400.000 personas se
intoxican por plaguicidas. Mientras que en el Cono Sur, solo en Brasil, se
producen aproximadamente 300.000 casos al año, constituyendo un grave problema
de salud calificado por la Organización Mundial de la Salud, OMS, como endémico.
Además, se estima que en Brasil
hay más de un millón y medio de trabajadores agrícolas intoxicados crónicos
debido a la exposición a plaguicidas. Esta situación, que es la punta del
iceberg de un problema mayor, deja en evidencia que los manejos agronómicos en
la región no son los más adecuados en cuanto a la protección del medio
ambiente, la inocuidad de los alimentos
y la salud de todas las personas.
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