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Género lírico: Se usa para expresar sentimientos y para ello, emplea generalmente el verso.

la llorona chapinguera
//México tiró las cartas, llorona,Chapingo las barajó;////sembrando profesionistas, llorona,
agricultura les dió.//
(En los siguientes párrafos son los mismos acordes.)
//Qué bonita es esa fuente, llorona,
llamada las circacianas;//
//recuerdo de mis cumpleaños, llorona,
pues siempre ahí me bañaban.//
//Nunca explotes a los hombres, llorona,
explota siempre a la tierra;//
bien grabado está ese lema, llorona,
en el seno de la ENA.//
//La novia de un chapinguero, llorona,
es como lejana estrella;//
//que habiendo tanta en el cielo, llorona,
la fue prefiriendo a ella.//
//¡Ay de mi llorona!, llorona idolatrada;//
//ahí quedaron mis penas, llorona,
por todita la calzada.//
//Los besos de un chapinguero, llorona,
son como terrón de azúcar;//
//que la niña que los prueba, llorona,
hasta los dedos se chupa.//
//Un chapinguero a su novia, llorona,
aritmética enseñaba.//
//y al cabo de nueve meses, llorona,
la niña multiplicaba.//
//Si porque me ves con botas, llorona,
piensas que soy Ingeniero;//
//estás muy equivocada, llorona,
apenas voy en primero.//
//¡Ay de mi llorona,
llorona de azul platino;//
//siete años pasé en Chapingo, llorona,
y ahí forjé mi destino.//
//Ya me voy, ya me despido, llorona,
como chapinguero fino;//
//gritando ¡viva Chapingo!, llorona,
con mi botella de vino.//
(Por lo general solo se cantan los párrafos anteriores, pero son más.)

EDGARDO. ¿Le molestan las personas nerviosas, de genio destemplado y desigual, excitadas y un poco desequilibradas?
LEONCIO. Esa clase de personas me encanta, señor. [...]
EDGARDO. ¿Le extraña a usted que yo lleve acostado, sin levantarme, veintiún años?
LEONCIO. No, señor. Eso le pasa a casi todo el mundo.

CALISTO. ¿Yo? Melibeo soy y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo.
SEMPRONIO. Tú te lo dirás. Como Melibea es grande, no cabe en el corazón de mi amo, que por la boca le sale a borbollones. No es más menester. Bien sé de qué pie cojeas. Yo te sanaré.
CALISTO. Increíbe cosa prometes.
SEMPRONIO. Antes fácil. Que el comienzo de la salud es conocer hombre la dolencia del enfermo.
(Tampoco se oyen sus crispadas negaciones. En pie y tras su hijo, que sigue profiriendo palabras inaudibles, empuña las tijeras. Sus labios y su cabeza dibujan de nuevo una colérica negativa cuando descarga, con inmensa furia, el primer golpe, y vuelven a negar al segundo, al tercero [...])
VICENTE. ¡Padre!

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Libro hermoso,
libro,
mínimo bosque,
hoja
tras hoja,
huele
tu papel
a elemento…

Oh más dura que mármol a mis quejas
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!
Estoy muriendo, y aún la vida temo;
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay sin ti el vivir para qué sea.


Antes de estrellarse contra el suelo, la miró con asombro. Saltaremos juntos -le había asegurado la bella bellísima-. Una. Dos. Y tres. Y él se precipitó. Y la bella bellísima le soltó la mano. Y desde lo alto, asomada bellísima en azul, le juró que le amaría hasta la muerte.



-Cronista:
De los sus ojos tan fuerte mientre llorando,
Tornaba la cabeza e estabalos catando;
Vio puertas abiertas e uzos sin cañados,
Alcandaras vazias sin pieles e sin mantos
Y sin falcones y sin adtores mudados.
Suspiro mio Çid, ca a mucho habia grandes cuidados,
Fablo mio Çid bien y tan mesurado:
-Cid:
Grado a Ti, Señor Padre, que estas en alto.
¡Esto me han vuelto mios enemigos malos!
-Cronista:
Alli piensan de aguijar, alli sueltan las riendas.
A la exida de Bivar hobieron la corneja diestra,
Y entrando a Burgos hobieron la siniestra.
Meçio mio Çid los hombros e engrameo la tiesta.
-Cid:
¡Albriçia, Albar Fañez, ca echados somos de tierra!



Eloísa está debajo de un almendro. Enrique Jardiel Poncela.
SEMPRONIO. ¿Tú no eres cristiano?

EL PADRE. ¡No!… ¡No!…
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